jueves, 29 de marzo de 2018

DÉJATE LAVAR LOS PIES




Desde pequeños escuchamos que hay que ser buenos, compartir los juguetes, perdonar... y con el corazón aún tierno de un niño, pues vas y los haces. Suena a ley, que al mismo tiempo que les insistimos a los infantes "pórtate bien", "hay que perdonar", los niños escuchan como despellejamos al vecino o afirmar rotundamente que no estamos dispuestos a pasar una ofensa, o de como engañamos o estafamos... ¡vaya lección!. Y vemos el ser buenos no como una necesidad sino como una obligación. Pero ¿cuándo nos enseñan a dejarnos querer?, ¿a vernos amarnos y gozarnos de tal?, ¿cuándo nos enseñan a descubrir el corazón del que nos quiere incondicionalmente?. Hasta en lo más íntimo o profundo vemos una ley o una búsqueda de compensaciones, o lo que es doloroso, la llamada de llenarnos de méritos para ser queridos.
Jesús, ama hasta el fin. Y lo hace poniéndose a los pies de sus discípulos. Dando una lección de caridad, llevando al hombre a la cumbre, haciéndole descubrir el camino de la gloria, entrar en comunión con Dios. Hoy, esta noche, Jesús nos sienta en su mesa, pues somos sus amigos, nos entrega el testamento del amor y nos da ejemplo. Y el amor permanece para siempre. El de Jesús se queda en servirnos y amarnos como alimento.
Hoy deja que Jesús lave tus pies, déjate amar y te transformará su amor. Déjale, pues, así sabrás que hay más alegría en servir que ser servido. Déjale que lave tus pies cansado para caminar tras El.

Xabier Alonso
A Franqueira
29-03-2018

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