jueves, 29 de octubre de 2015

JUBILEO DE LA MISERICORDIA IV. La misericordia en la Biblia II



No olvidemos dos aspectos importantes en la conciencia del hombre de la bondad y la misericordia de Dios. Por un lado la conciencia de su propia miseria, esto es la experiencia humillante de estar en lo más bajo, en la miseria y la esclavitud,y, por otro lado la miseria moral, con sus consecuencia, esto es, la miseria de la situación de pecado y la negación del propio ser, del impedimento de un proyecto de futuro. 
Vamos a tomar como referencia el acontecimiento central del pueblo de Israel, la situación de esclavitud en Egipto y la travesía por el desierto. En Éxodo 3, Moisés, que no deja de ser un fugitivo que huyó por cometer un asesinato en Egipto, está pastoreando el rebaño de su suegro. Las garantías de futuro con este hombre no es que sean excesivas, pero Dios es así, no elige según los criterios humanos. Pues bien, cuando Moisés tiene el encuentro con el Señor en el monte, viendo aquella zarza ardiendo pero que no se consumía, Dios le dice "he visto la aflicción de mi pueblo y he escuchado su clamor.. pues conozco su sufrimiento. He bajado para liberarle ...". El texto del libro del Éxodo no utiliza la palabra misericordia, lo que no significa que sus símiles nos transmiten las actitudes que tiene Dios hacia el sufrimiento humano. 
Lo primero es que Dios no está sordo, escucha y le duele el clamor del que sufre. Así es escrupuloso con el sufrimiento del pequeño, del débil, del indefenso, del pobre, del huérfano y dela viuda, que constantemente escuchamos en la Escritura. Él no permanece indiferente ante el sufrimiento, sino que, toma partido, se decide, escucha, ve y conoce el sufrimiento. No se coloca en una esfera superior, sino que, sufre con el que sufre, conoce hasta su entraña misma y se duele con el dolor de su pueblo esclavo. El clamor y la súplica del que se ve sometido a la miseria mueve el corazón de Dios porque el que suplica también está decidido a salir de su postración, se da una nueva oportunidad. Por eso le dice a Moisés, "he bajado a liberarle", y lo hará de la mano de aquel pastor de la montaña y con el poder de su brazo que lucha a favor de su pueblo.
Hay otro momento en el que se ve en el corazón de Dios la misericordia infinita que es su misma seña de identidad. ¿Qué pasa si el que amas, al que te entregas, por el que luchas, al que te esfuerzas en que sea libre te traiciona?. A nosotros se nos haría una úlcera. Pues bien. Cuando Moisés está recibiendo la ley de la Alianza en el monte Sinaí, el pueblo hebreo se hace un becerro de oro y lo adora, el pecado de idolatría, y diciendo es el dios que nos ha sacado de Egipto. A Dios parece que se le acaba la paciencia, pero, ante la súplica de Moisés por su pueblo se le plantea el hecho que la libertad verdadera es la que rompe las ataduras del pecado y de sus consecuencias. Es por lo que Dios muestra su identidad, y, en Éxodo 34,6 pasa por delante de Moisés diciendo " Yahveh, Dios  misericordioso y clemente, tardo a la ira y rico en amor y fidelidad, que mantiene su amor por millares, que perdona la iniquidad, la rebeldía y el pecado, que no los deja impunes; que castiga la iniquidad de padres en los hijos hasta la tercera y cuarta generación". Es el Señor que revela su identidad en la acción poderosa, su omnipotencia con el perdón y al misericordia. Así, mientras la bondad y el amor son infinitos, asume que cada uno debe asumir las consecuencias del pecado. Y, aunque nos extrañan las palabras "castigo", es el mismo pecado el que nos castiga con sus consecuencias. El amor de Dios es más grande que nuestro pecado, y, es capaz de olvidar nuestro delito, pero también es necesaria la "rehabilitación" del enfermo. Esto nos es muy válido para entender las indulgencias. Dios es indulgente, perdona, olvida, anula nuestro pecado y hasta sus consecuencias, y nos hace criaturas nuevas, pero también tenemos que luchar contra lo que nos puede hacer daño.
Finalicemos con el salmo 107 "Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia"

Nosa Señora da Franqueira axúdanos a clamar desde a nosa pobreza para recibir amor e clemencia.

Feliz día
Javier Alonso
A Franqueira
29-10-15

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