martes, 18 de agosto de 2015

¿QUÉ HACEMOS CON EL DINERO?



¿Se puede ser rico y vivir el evangelio?, ¿se pueden tener muchos bienes y vivir forma coherente la fe?, ¿podemos aceptar una cultura económica como la actual?... y así durante toda la mañana podríamos estar haciéndonos preguntas sobre el evangelio y la economía, la fe, el compromiso social, la doctrina social de la Iglesia, ... entraríamos en el debate de tanto gusto para muchos sobre las propiedades de la Iglesia, los bienes, su uso, y entonces justificar ataques y defensas, a veces venidos de un anticlericalismo con sus tópicos, y una defensa sobre el cuidado de los pobres por parte de la Iglesia, la educación o los servicios que presta la Iglesia a la sociedad. 
Yo lo que me encuentro es la advertencia de Jesús en el evangelio de hoy, que es continuación del rechazo del joven rico a seguirlo porque tenía muchos bienes. Joven, por otro lado que, nosotros, con cara de buenos y no estar apegados al vil dinero le decimos "desagradecido, egoísta, mal hijo", mientras estamos pensado en nuestras propiedades "justamente" ganadas. Bien pues hoy Jesús nos dice "es más fácil que un camello entre por el ojo de una aguja a que un rico entre en el Reino de Dios". Vaya hombre, pues si que nos agua la fiesta el Señor. ¿Qué hago yo con mis cosas?
Yo lo que veo es que puestos a escoger ¿qué prefiero?. Anda, pero si yo no soy rico. Si ricos son los millonarios, los que tienen avión privado, los que se compran una isla, los que van a hoteles de 7 estrellas, los que hacen cenas con famosos, los que ganan cada día millones por darle a una pelota, los que juegan miles de euros o dólares en un segundo en bolsa, los que son dueños de... pero yo si soy un piltrafilla, como tu o cualquiera de los mortales, que casi no llegamos a fin de mes, que aspiramos a tener lo imposible, que nos quedamos pegados al televisor viendo las rarezas de los millonarios y nos entra una envidia que ¡pa qué!. Somos de lo corrientillo, que vemos los precios en el super para ahorrarnos unos céntimos, que nos indignamos con lo que pasan con los desaucios porque también estamos colgado por un crédito, por los que vemos el precio del gasóleo... pero yo también soy rico, porque abro la puerta del balcón del planeta, salgo y veo lo que pasa en el piso de abajo. Y veo aterrado como miles de personas están llamando a la puerta y dicen, ¿qué nos estáis haciendo?. Porque mientra yo no me gusta tal o cual comida, en el piso de abajo, en el sur del plante, no hay ni donde escoger; mientras yo sueño en irme en yate a las islas griegas otros viajan en pateras o hacinados y muriéndose en la bodega de un barco de nuevos esclavos; mientras yo sueño con ver donde comprarme la última moda, otros se cuelgan harapos y caminan hacia la muerte. 
Yo soy rico, y, acepto con mi silencio y con mi consentimiento una economía que nos enmudece, nos atiborra de números y términos incomprensibles que dan como resultado un mundo que para nada es lo que el Señor quiere. 
Pero la oferta del Señor es vida, y no puedo, no podemos quedarnos en que esto no está bien. Solo te pido Señor dame el espíritu de la Santa Pobreza y su hermosura, su libertad, su alegría... 

Nosa Señora da Franqueira, que te proclamaches escraviña do Señor, axúdanos a sermos dignos de participar das riquezas do reino de Deus.

Feliz día
Javier Alonso
A Franqueira
08-08-15

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