Cristo ha resucitado. Aleluya.
Los versículos del texto del evangelio de hoy son tan breves como densos en su contenido. Es una llamada de Jesús a acoger en nuestras vidas el amor su amor, que es el del Padre y el Hijo, que se realiza en dos actitudes: guardar y permanecer.
Guardar, custodiar, valorar, cuidar, conocer, amar. Superando la tentación de que lo pasado ya no está de moda, que hay que buscar lo impactante, que necesitamos experimentar nuevas sensaciones, Jesús llama a sus discípulos a que cuidemos, guardemos lo recibido. Guardar los mandamientos, no es solo saber de memoria la formulación de las 10 frases que están en el catecismo y que proceden del Antiguo Testamento. Guardar es conocer, no la letra, sino el espíritu que se transmite. La relación con Dios, la relación con los demás y con uno mismo. El decálogo, lejos de pasar de moda, sigue siendo la llamada a formar un proyecto de vida, resumido en el amor a Dios y al prójimo, amando como el Señor nos amó. Los mandatos de Dios fueron renovados desde su interior con la Pascua de Jesús. Y nosotros no somos meros receptores pasivos, sino, el lugar donde se hace experiencia.
Si por un lado Jesús nos invita a guardar, por otro, es permanecer. La constancia no es un valor en alza. Hoy se insta a cambiar, a buscar en muchas fuentes donde saciar la sed de amor. Resulta llamativo como los fracasos matrimoniales son suplidos rápidamente con una nueva relación, y eso, el alma lo sufre, porque al no haber sanado una herida, es difícil curarla así. Permanecer, ese terrible verbo que frena los deseos de compromiso de tantos jóvenes a consagrarse al Señor, o a vivir el matrimonio. Permanecer, esa losa que parece niega la creatividad o la originalidad, porque se supone que la constancia es sinónimo de hacer siempre lo mismo.
Hoy nos llama el Señor a ser custodios de su amor.
(Juan 15,9-11)
Nosa Señora da Franqueira, axúdanos a manternos sempre fieis.
Feliz día
Javier Alonso
A Franqueira
07-05-15
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