lunes, 22 de diciembre de 2014

ADVIENTO: PROCLAMA MI ALMA LA GRANDEZA DEL SEÑOR


Foto de una nevada en A Franqueira hace unos años. Pondremos algunas estos días, parecen postales de Navidad




Y estamos a las puertas, todo está dispuesto, todo organizado, sino materialmente, por lo menos en nuestras cabezas. Qué follón!, y una tensión que no se soporta, ya todo a punto. Y ahora, como un grito lanzado al cielo, como un canto de millones de voces, como un baile incesante, como una danza del corazón, nos unimos al canto de María. Hoy, el "Magníficat", la preciosa oración del Virgen en la Visitación, se convierte en nuestro canto. Y es que Dios viene a visitarnos y provoca, como lo había hecho en Isabel, que saltase la criatura en su vientre, que el Espíritu nos haga también a nosotros saltar, y saltar y saltar, sí, que no nos de reparo o vergüenza, SALTAR de gozo, de alegría, porque es Dios, en su Hijo, con la presencia del Espíritu el que está en medio de su pueblo.
Y ahora, una y otra vez, cantemos PROCLAMA MI ALMA LA GRANDEZA DEL SEÑOR, porque descubrimos lo que Dios hace en nosotros y nos ha bendecido con la vida, nos ha satisfecho con más de lo que podemos esperar o desear, y con la misma actitud de María nos declaramos, profesamos y reafirmamos que somos esclavos. ¡Qué mal suena esta palabra!, sí porque todos queremos ser independientes, autogestionarnos, libres, porque si profesar la adhesión hasta la esclavitud, están descartando en ti la libertad?, creo que no, sino que, desde la propia libertad, solo puedes entregarte totalmente al que da la vida por ti, porque "ya no soy yo, sino Cristo quien vive en mí". Se siervo, esclavo, entregado, olvidarse de si, no significa ser, ni mojigato, ni tonto, ni poco afinado en las cosas del mundo, sino, libre desde Dios, generoso hasta el sombro, entregado sin límites, sincero porque reside en la verdad, abierto porque es comprensivo, todo lo positivo que se nos pueda ocurrir.
Yo quiero ser como María, ¿y tú?, yo quiero ser libre, alegre, gozoso, servicial, entregado, abierto, y meditar en mi corazón como María, ¿tú no?. 
Porque así podremos gozarnos en el Dios que eleva a los humildes y humilla al soberbio, al Dios que se humilla haciéndose esclavo para liberar al que está en el pecado; al Dios que sacia el hambre el hombre porque se hace pan, alimento, palabra que llega al corazón y llena el corazón.
Ya podemos comenzar a decir: Felices, sí, que seais todos muy felices

Textos de hoy: 1 Samuel 1,24-28; 1 Samuel 2,1-8; Lucas 1,46-56

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